lunes, 23 de septiembre de 2013

Mañana

Mañana mi sol se oculta en España.
Tomorrow mi perra será Laika y sólo Laika. 
No habrá un niño rubio que me sonría tímidamente por la mañana y que me huya por la tarde. No habrá más Pocoyó, más Dora la exploradora ni más canciones infantiles en mi cabeza durante todo el día. 
Se acabó el dudar si decir: "Bonjour, good morning, buenos días, ...". 

Demain este blog debería tener otro título. Otro subtítulo. Otro tema para continuar "en marcha" (a pesar de que este último mes lo abandoné, mis disculpas).

¿Hay que alegrarse o ponerse triste? 
No lo sé. 

Acaba una etapa importantísima en mi vida. Para continuar e intentar acabar con otra que dejé en puntos suspensivos. Paisajes y experiencias inolvidables, inigualables. Amigos irremplazables... 

He conocido mucha gente que iba y venía. Muchos tienen claro que su sitio se queda aquí o allí. Pero yo no. Y por eso no estoy segura si me alegro o no. 

Supongo que me voy con la pena de dejar a gente que quiero y con la alegría de encontrarme con gente que quiero. Porque al final, si algo he sacado en claro estos meses, es que el "hogar" está donde está la gente que te quiere. Así que, ¿qué mejor que volver con tu familia? 

Me marcho. Llena de nostalgia, de alegría. Con más seguridad y, al mismo tiempo, más inseguridad. Con mayor independencia. Más control sobre mí misma. Más amor para dar. Más metas y una mayor esperanza.

viernes, 9 de agosto de 2013

Milano

(Me la agarras con la mano)


Si algo he aprendido tras el viaje a Milán es: en primer lugar, que preparar las cosas con más atención (o con más tiempo) hará de tu viaje una experiencia mejor y, en segundo, que el karma existe, y lo que empezó de puta pena puede acabar de forma maravillosa.


El viaje comenzó como todos los demás: trayecto en tren. En este caso, de casi 6 horas. Fuimos hasta Brig, desde allí a Domodossola (ya en Italia) e hicimos transbordo hacia Milán (2 horas en el infierno: un tren sin aire acondicionado a nosecuántos grados y lleno de gente). La estación era preciosa. Casi nos hace olvidar (NO) el calor abrasador del ambiente. (No hice fotos, porque estábamos locas por llegar al hotel y dejar las maletitas y ver qué hacíamos). 

A pesar de que, acorde a Google Maps, el hotel estaba a 8 minutos a pie, decidimos ir a coger un taxi porque no sabíamos a qué dirección tirar. El taxista, súper majo, nos dijo que estaba muy cerca, que no merecía la pena coger el taxi y nos indicó la dirección ("tutto dritto a dove passa il tram e girare a destra" o algo así imagino que nos dijo). 


La Scala
Llegamos al hotel. Una mujer un poquito seca, pero al final simpática, nos atendió. Habíamos hecho reserva para 3 personas, pero una no pudo venir y claro, nos dijo que no se podía cambiar. Le preguntamos por un mapa de la zona (ya que la Oficina de Turismo estaba cerrada cuando llegamos). Dejamos las cosas, cogimos el mapa (We're tourists and we know it) y fuimos hacia el tranvía a ver hacia dónde nos llevaba. No encontramos dónde comprar tickets para el tranvía (y, de hecho, estuvimos montando los dos días y hemos vuelto sin saber dónde se compraban los billetes. Si alguien lo sabe, por curiosidad, que me lo diga). Preguntamos cómo ir al Duomo, nos indicaron para coger el Metro y allí que fuimos.

Es maravilloso salir del Metro y encontrarte algo como esto:

Il Duomo

(Para que os hagáis una idea, la salida del Metro está justo a la izquierda de esta imagen)

Vittorio Emanuele II
Dimos un paseo...Disfrutando de las vistas. (Yo había olvidado mi cámara de fotos que siempre llevo en el bolso, por lo que ¡había que volver!). Fuimos a buscar dónde comer. Pasamos un buen rato... El camarero, tipiquísimo italiano, camelándonos. Elegimos una pizza y rissotto, acompañados de vino blanco. Y...NUESTRO MOMENTO DE DEBILIDAD. Hacía tantísimo calor, que pasamos de largo al lado de la tienda de Massimo Dutti y sentimos el aire acondicionado (cómo saben los cabrones), así que entramos "sólo a mirar" y a aprovechar el fresco. Es decir, una hora después y 45 euros menos en la cuenta, proseguíamos nuestro camino.

Vittorio Emanuele II
Teníamos ganas de salir de fiesta, así que nos pusimos guapas (o lo intentamos) y salimos a ver dónde íbamos. (Obviamente, a mí no se me había ocurrido buscar sitios de fiesta). Estamos tomando algo y preguntamos a las chicas de al lado, que amablemente nos sugirieron dos sitios los cuales nunca encontramos. Llegamos a la parada de Metro que nos habían dicho. Dos chicos empezaron a seguirnos e Irene empezó a ponerse nerviosa. (Yo que soy de Parla, pues me daba un poco igual, pero estábamos en una zona un poco vacía). Preguntamos a una pareja a dónde ir y nos indicó otra dirección. Dimos media vuelta y un coche se paró a hacernos gestos. Irene ya quería morirse. El coche nos seguía y se paraba. Yo le hice un corte de mangas. Y creo que lo pilló. Se largó. Aquí nuestras ganas de fiesta ya habían flojeado. Seguimos dando vueltas buscando un sitio, preguntamos a unas chicas, y nada. No lo encontramos. Los mosquitos nos inflaron mientras esperábamos para encontrar un taxi. Mañana sería otro día.

Y así fue. Desayunamos, nos dejaron guardar las maletas en el hotel y fuimos a la Piazza Duomo y empezamos nuestro recorrido fotográfico. En nuestro paseo, un conductor de tranvía muy majo se ofreció a sacarnos una foto y nos dijo si queríamos sacarnos una en el asiento del conductor. ¿Cómo no? A la izquierda, tenéis la prueba. 

Detalle del Duomo
Disfrutamos de un maravilloso concierto en la calle: tres violinistas y dos chicos tocando el acordeón. Tomamos un capuccino al maravilloso precio de 1,50 €. Esta vez para comer cogimos un tipo de pasta que no recuerdo el nombre, y un surtido de verduras típicas. Después de comer fuimos a por las maletas y a la estación de tren, tras una serie de complicaciones en las que tuvo que ver que no hubiera tickets disponibles para volver, afortunadamente lo conseguimos. 

Vuelta a casa y comienzo de una semana que, en mi caso, no ha sido nada dura, porque apenas he tenido que estar con el niño. Salvo hoy. 

lunes, 5 de agosto de 2013

Yvoire

1 de agosto. Fiesta nacional en Suiza. El único día del año en el que sus reprimidas almas gritan y explotan en forma de fuegos artificiales interminables. Tiendas cerradas, pero carpas para beber y comer al lado del lago. Allí, todas las familias y jóvenes con sus ropas de domingo. Lo festejan mucho más que Nochevieja o Navidad.


Así que Irene y yo cogimos un barco desde Nyon y nos fuimos al otro lado del lago Lemán.




Yvoire

Un pequeño pueblo medieval situado en Francia. 










Esta villa está rodeada por unas murallas del siglo XIV y por todas las calles en las que paseas, las flores dan un color maravilloso a los muros y ventanas. Me recordó mucho al pueblo de Gruyères en Suiza, pues es pequeñito, amurallado, acogedor y precioso. Personalmente, este tipo de pueblos son los que más me gustan y llaman la atención.

Si estáis visitando la zona del lago Lemán, es muy recomendable. El barco es incluso más barato que el tren en Suiza, y en Yvoire, aunque caros de todos modos (pues no deja de ser destino turístico), los precios son bastante más aceptables que vayas donde vayas en Nyon.

A pesar de que recomiendan ir al "Jardín de los cinco sentidos", a nosotras nos dijeron que no merecía la pena para nada, pues era un pequeño laberinto con flores y poco más. Así que confiamos en las palabras de Merce y nos ahorramos la entrada.



Además, comimos en un restaurante que hay en la pequeña placita, un menú muy bien de precio. Y es que hay bastantes restaurantes con muy buenas vistas cuyo menú ronda los 40 euros. Pero a las tres de la tarde (que es cuando queríamos comer) ya habían cerrado la cocina. Por 17 euros comimos menú que tenía pescadito frito que ambas extrañábamos tanto. Nos encantó. Amenizadas con música clásica que venía de la pequeña placita, donde unos músicos tocaban el violín, el violoncelo y el contrabajo.


Cuando volvimos a Nyon, fuimos a cenar las únicas "tapas" que aquí he visto por el momento (y la verdad no pretendo seguir buscando). En El Cafe des Moulins puedes ver a todo el mundo bebiendo una copa de sangría y comiendo tapas. Irene quería probarlas y yo me dejé engañar. Si eres español, NO LO HAGAS NUNCA. Sangría = 12 francos (10 euros) lo venden como si fuera un cubata, y no es más que vino. Las tapas, aunque contundentes, son básicamente fritos y embutidos por 25 euros por persona. Así que no merece la pena para nada. 

domingo, 4 de agosto de 2013

Bailemos



No sé si te acordarás de los teloneros cuando fuimos a ver "El Canto del Loco" (por tu cumpleaños de 2009...hace casi nada). El grupo se llamaba "Sidonie" y me parecieron unos tontainas, porque llegaron claramente borrachos al escenario y me pareció una falta del respeto al público. Y tú dijiste "a éstos los conozco" cuando sonó "El Incendio" (esa canción que les hizo saltar a la comercialidad por un momento efímero). Digamos que me cayeron mal en un principio. Pero gracias a que allí los escuché por primera vez, me di cuenta que me gustaban y empecé a escuchar más canciones de ellos. Desde entonces, les he visto en directo cuatro veces más (siempre que he podido).

"¿Y qué cojones tienen que ver conmigo?" Te preguntarás (con razón).

Tú tampoco me caíste bien la primera vez que te conocí. Hace tantos años de eso que ni me acuerdo. Me parecías un idiota (y de hecho, lo eras). Pero bueno, luego gracias a esos amigos maravillosos que tienes y a tus hábiles destrezas con el baile, empezamos a hablar a diario. Y 7 años después, aquí estamos. Eres algo esencial en mi vida, aunque no podamos vernos tan a menudo como nos gustaría.

He hecho esta entrada lo más rápido posible para llegar antes de las 12 p.m. y que aún siga siendo 4 de agosto (por si nadie te lo ha recordado: tu cumpleaños). Ya que, aunque fuera un minuto y desde Italia, te he felicitado como sé que te gusta, nunca pueden faltar lo barato, público y básico en nuestra comunicación diaria: Internet. 

No olvides que los que te queremos siempre estamos. Desde donde sea, a la hora que sea, como sea y por lo que sea.

Ah...¡Casi lo olvido!

MUCHAS FELICIDADES, PEQUEÑAJO


P.D. Tú vida empieza ahora. No dejes de disfrutarla ni un segundo.

domingo, 30 de junio de 2013

Summer Time (15-16 de junio)

Llega el verano a Suiza. Y con él, mi piel es víctima de una mezcla entre crema solar, antimosquitos y sudor diaria. Porque claro, quien pensaba que en Suiza hace frío todo el tiempo, estaba muy equivocado. El sol, sumado a la humedad, me recuerda muchísimo al verano en Castellón (un asco). Además, este año, como en todos lados, ha llegado de repente, cuando menos los esperábamos y en plan: "¿No querías sol? Pues tomar ración triple". 

Por otro lado, aquí no hay mosquitos, aquí hay aviones que te pican hasta el fin de sus días. (El sábado por la noche, maté a uno con la mano y después tenía una picadura en cada palma). Y, como no puede ser de otra manera, las picaduras son acordes a su tamaño: el Teide es un granito de arroz en comparación.

Sin embargo, gracias a la llegada del sol, hay mucha más alegría en las calles. Facilita la socialización, (en mi caso, la práctica del francés), pone de mejor humor a la gente y permite que el niño esté correteando todo el día fuera. Con lo cual, he de reconocer el mérito que se merece al buen tiempo. Aunque odie el sol y el bochorno con todas mis fuerzas (tampoco es que tenga mucha fuerza). 

[Las dos primeras imágenes, se corresponden al típico pueblo suizo de Gruyères, maravilloso y totalmente recomendable. En la primera, podéis ver el alphorn, un instrumento típico suizo]

Entonces, como no podría ser de otra manera, este fin de semana seguimos nuestra rutina turística que tanto me encanta. Decidimos alquilar un coche, en vez de usar el tren. Y es que este fin de semana vinieron unas amigas de Merce. Intentamos comprar la Carte Journalière, digamos un abono de un día con el que usas todo medio de transporte público que necesites (aunque los que no tengan demi-tarif no podrían cogerlo). Pero estaban agotadas. Además la diferencia de precio era abismal: cinco abonos, más de 350 francos suizos, para sólo un día. Por el contrario, el coche nos salió a 255 francos, dos días,  (el cuádruple que en España, pero ya sabéis cómo son las cosas aquí), más 75 francos de gasolina. 


El itinerario para el sábado fue: fábrica de chocolate Cailler en Broc, Gruyères y Bern. Como todo los que conozco sabrán, no me gusta el chocolate. Por eso os sorprenderá que diga que recomiendo fervientemente que vayáis. La visita dura como 20 minutos y te cuenta la historia del chocolate, de una forma muy amena: vas entrando a diferentes habitaciones animadas con luces, movimientos o imágenes (a medida que puertas mecánicas se abren) y una voz en off te va contando la historia de forma bastante resumida y comprensible (en nuestro caso, en español con acentazo alemán súper gracioso). Al final de la visita lo mejor para los chocolate-lovers: degustación de más de 10 tipos diferentes de chocolatinas. (Perdí la cuenta de todos los que eran).




En Bern fue donde más anduvimos. Fue una pena que la calle principal estaba toda en obras. El símbolo de la capital Suiza es el oso, porque el Duque Bertoldo V de Zähringen, fundador de la ciudad, le puso el nombre después de vencer a un oso allí, animal que abundaba por esa zona. Así que acabamos el tour en el Parque de los osos (o Bären
graben). Actualmente, hay dos osos adultos y tres pequeñitos (aunque no de tamaño), de un año.

Aunque los osos son bien alimentados y tienen un amplio terreno donde estar, siempre estaré en contra de que a los animales se encuentren fuera de su hábitat natural, simplemente para nuestro entretenimiento o placer; me parece algo egoísta por nuestra parte. 


El domingo, cogimos rumbo a Francia, justo en dirección opuesta al día anterior: Annecy (La "Venecia" francesa, foto de la izquierda), Chamonix (Mont-Blanc, foto de la derecha), Chatêau de Chillon y Montreux.







P.D. La entrada estaba escrita desde el fin de semana del 15 y el 16 de junio, pero no tenía imágenes para aportar, de ahí el retraso en la publicación.

jueves, 23 de mayo de 2013

Friburgo

Pereza, próximo examen, más trabajo, más francés, más viajes. Coged todas esas excusas y tendréis la respuesta al porqué no he escrito antes. El lunes 20 de mayo, en Suiza era la fiesta de Pentêcote. Después de un fin de semana poco productivo (que ya contaré en la siguiente entrada: "Nyon night"), Merce ("No me llames más Mercedes, que parece nombre de vieja") y yo decidimos visitar Friburgo.

Por primera vez, he visitado un pueblo que no estaba al lado de un lago. Pero sí está atravesado por un río, llamado Sarine. 

Ya como costumbre, el día previo a la decisión de la ciudad a visitar, miro trenes y precios. Normalmente, también busco información sobre el lugar. En este caso, estaba de domingo, no lo hice. Nada más llegar, vamos a la Oficina de Turismo (siempre muy cerca del tren) y cogemos mapa, preguntamos y comenzamos nuestro paseo. 

La foto de la izquierda se corresponde a la Rue de Lausanne, de fondo se puede ver la Catedral de San Nicolás. Como no puede ser de otra manera, hacia allá nos dirigimos.

Esta catedral fue construida desde el siglo XII y la torre principal tiene 365 escalones. Los subimos. Todos, toditos. Y comimos allí arriba. Esta vez, habíamos preparado sándwiches para ahorrar un poco en comida, aunque cabe destacar que precisamente aquí los precios estaban más baratos que en otras ciudades (Montreux, Ginebra, Lausana,...por ejemplo). Además, disfrutamos de unas vistas preciosas (y para ser sinceros de un viento que nos heló hasta los huesos).



La ciudad está dividida en dos partes. La parte baja (basse ville, que fue la que nosotras visitamos) tiene varios edificios medievales y está parcialmente rodeada por murallas. Desde la torre, se puede gozar del verde paisaje y de sus diferentes puentes.







También, desde aquí, vimos como alguna gente muy motivada se bañaba en la piscina. (Estábamos a 13ºC o algo menos, y el viento era frío).









Otro elemento característico de esta ciudad son sus numerosas fuentes. Nosotras vimos varias.





Y así, comenzamos una semana un poco más corta. (Aunque no por ello menos atareada). Espero que disfrutéis de las vistas como yo lo hice. 

domingo, 19 de mayo de 2013

Hangover Vol.1

Sácamela.
Quítame esta rabia que me quema,
que se consume dentro de mí
y no me deja.
No me deja seguir adelante.
Disfrutar de este instante
y de los siguientes.

Llévatela.
Igual que te llevaste mi calma,
mi serenidad,
mi amor por el presente.

Ya no la quiero.